jueves, enero 12, 2012

El feminismo radical no cubre los gastos del sepelio

Sé que para muchos esto se vuelve reiterativo. Sé que muchos deben pensar que se debe a algún tipo de vindicación personal. Y también sé que para otras muchas, ancladas en su visión del mundo a través de una lucha que se han inventado para medrar en ella, simplemente es una patología recurrente de machismo mal curado.
Pero como yo sé que no es ni por una cosa ni por otra, ni por la de más allá. Sigo a lo mío. Porque seguir es continuar en la denuncia de algo que nos está matando porque nos está intentando destruir como sociedad y lo que es peor como individuos.
Algo que puede conseguir que nuestras relaciones afectivas -las únicas realmente importantes- se pasen por el tamiz equivocado del enfrentamiento, de la defensa y el ataque, de la guerra en el lugar en el que solamente debería haber otras cosas. Algo que está consiguiendo que desviemos el foco y la visión el auténtico problema de individualismo agresivo que está poniendo en jaque nuestra supervivencia como civilización.
No es que yo albergara duda alguna sobre aquello de que la violencia de género, las políticas de género y toda esa amalgama de conceptos que nos bombardean para hacernos creernos que los hombres son el diablo cojuelo son solamente un escudo infinito que oculta otras verdades. Pero como quiera que muchas aún reclaman a gritos -como siempre es su costumbre, como buenas radicales ideologizadas más allá de todo raciocinio- desde sus comentarios pruebas incontestables de que todo lo que digo.
Como quieren datos que corroboren que lo que expongo no es una manipulación absoluta y conspirativa de esa Logia Machista que pervive entre nosotros desde los tiempos de Ur y Babilonia y que ha conspirado para llevar al hombre al poder que por nacimiento y naturaleza correspondía a la mujer como justa heredera de La Diosa Naturaleza -¡Que hermosamente poéticas pueden sonar las psicosis paranoides conspirativas-, pues me pongo a ello con denuedo y dedicación.
Siempre me he preguntado y me he contestado en ocasiones ¿por qué tanta publicidad a las denuncias de malos tratos?, ¿por qué tanta insistencia en pasar cada acto delictivo masculino que tiene como víctima a una mujer por el tamiz del maltrato, de la violencia de género?, ¿por qué esa obsesión legislativa de considerar un insulto como maltrato, una cancelación de tarjeta un maltrato, un negarse a visitar la casa de la suegra un maltrato?
Ya existía el delito de injurias y calumnias, ya existía el delito de apropiación indebida y alzamiento de bienes, ya existía la causa de divorcio de desapego. Entonces ¿por qué empeñarse en considerarlas un maltrato?
La respuesta es obvia y lleva a otra pregunta. Para engrosar y engordar lo más posible las estadísticas de ese tipo de denuncias, pero ¿por qué?
Más allá del innegable hecho de reforzar públicamente y en su fuero interno su ideología algo pillada por los pelos de que esa inventada violencia de género es el peor mal de nuestro entorno y nuestro tiempo, ahora, que comienzan a soltarse algunas cifras que parecía que hasta ahora no existían, me salen otros motivos digamos, más mundanos.
La Unión Europa concede desde 2004 -¡Qué feliz coincidencia, justo el año en el que entra en vigor la malhadada Ley contra la Violencia de Genero!- entre 3.200 y 6.100 euros de subvención por denuncia.
No por condena. No por mujer maltratada, no por encarcelamiento o por cualquier otro concepto relacionado con el maltrato. Por condena. Va a ser que empezamos a ver razones de peso para aumentarlas. Va a ser que ese repetido lema de "toda denuncia cuenta" va a ser estricta y económicamente una verdad bíblica.
Claro que cuenta, cuanta hasta el punto de que la aritmética más simple de primaria nos lleva a esta operación 650.000 denuncias desde la entrada en vigor de la ley en 2004 x 3.200 euros la denuncia = 2.080.000.000 euros del ala en el peor de los casos -para las que echan la cuenta, claro está-. Casi el doble si las subvenciones son de la cuantía máxima.
Vaya así que resulta que esa constante insistencia en que se denunciara por maltrato continuamente, cuando tu pareja roncara en tu oído, cuando se negara a cambiar de canal y dejar de ver el partido, cuando se mosqueara porque te ibas de compras al centro comercial con las amigas tenía, aparte del irracional instinto de sentirse agredidas por cualquier cosa que en contra de su deseo haga un hombre, una contabilidad más monetaria.
Llegados a este punto, no importa ya nada más que las denuncias. Da igual que de 470.000 denuncias entre 2007 a 2010 en los procesos por violencia de género solamente hayan llegado a recibir sentencia judicial 78.423.
Da igual que de esas sentencias más de la mitad -40.081- lo hayan sido por delito -es decir por un delito relacionado pero no constitutivo de maltrato.
Da igual que otras 29.341 lo hayan sido por falta, es decir por algo que el juez considera que no es un delito y que no se puede interpretar por tanto como un maltrato sino como un insulto o cualquier otro motivo de falta judicial.
Da igual, por supuesto, que 14.359 de esas sentencias sean completamente absolutorias.
Y da igual que, de todas las condenas, la inmensa mayoría, 58.880, se consigan a través del proceso de conformidad del acusado. Es decir, el tipo después de dos días encarcelado, de tener que vivir en casa de sus padres porque tiene una orden de alejamiento de su propio domicilio y de incluso ver sus iniciales reflejadas en los papeles periodísticos, se declara conforme con asumir el delito o la falta para salir de la pesadilla y porque la sentencia, al ser la primera, no conlleva ingreso en prisión al no considerase un crimen ni un maltrato.
Y, ante todo, da igual que solamente 5.184, o sea un 1,10 por ciento de las sentencias, sean condenatorias probadas por maltrato. Es decir por las pruebas simple y llanamente.
Pero todo eso tiene que dar igual porque lo que importa es el número de denuncias, lo que nos permite sustentar la falacia de que vivimos en una sociedad en la que cualquier hombre es un potencial maltratador, en la que un millón de mujeres se incorpora cada año en silencio a la lista de maltratadas, son las denuncias. Lo que nos permite vivir y sobrevivir amparadas en ese concepto son las denuncias.
Todo lo demás son trivialidades, reflexiones del machismo imperante. Imposiciones patriarcales que pretenden privarnos de nuestros derechos como luchadoras por el feminismo internacional. Nuestro derecho a vivir de ello.
Y se me podrá decir que dos o cuatro mil millones de euros no dan para mucho y mucho menos en seis años. Pero si les sumamos los 12 mil millones que han destinado en su presupuesto el Gobierno central y los 21 mil que han destinado Comunidades autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos, la cifra comienza a volverse interesante. Treinta y cinco mil millones de euros en seis años si dan para algo.
Y también sé que habrá quien me diga. "esta mal, de acuerdo, pero ha servido para ayudar a las mujeres realmente han sido maltratadas". Lo dirán de buena fe probablemente y con deseos conciliadores pero fallarán. Porque todo esto las ha perjudicado.
Ha hecho que cada condena probada le cuesta a España -y a Europa, ya de paso- 423.000 euros. ¡Con esa cantidad de dinero a su disposición hasta Cristo se hubiera librado del juicio ante Pilatos!.
Y le cuesta como producto de otra simple operación matemática que supone tomar todo lo que gasta el sistema judicial en estos procesos entre el número de condenados. Pero todo ese dinero por supuesto, no se gasta en esos mil quinientos y pico procesos.
Se gasta porque existen las otras denuncias, porque debe destinar provisiones, fondos, materiales y elementos a todas las demás, porque cada denuncia falsa que se coloca encima de la mesa es un eslabón más en la cadena que mantiene a una mujer atada a su torturador, es un grillete que se cierra más fuerte sobre la piel de aquella que está sufriendo en su vida y en su carne los abusos de uno de esos 1.500 hombres que nacieron sin cerebro efectivo, por desgracia para nosotros, dentro de nuestras fronteras.
Pero como las condenas no aportan dinero, como no son el baremo por el que se miden las subvenciones europeas, estatales, autonómicas y municipales, no importa lo que cuesten. Lo que sigue importando, lo que se sigue raclamando, lo que sigue preocupando cada vez que descienden, son las denuncias.
Pero claro, todo eso no demuestra que el emporio feminista radical sea un lobby económico, sea alguien que esta alimentandose del dolor y del sufrimiento de aquellas a las que dicen defender a capa y espada.
Los 35.000 millones de euros destinados a este mal que, de repente, se nos vuelve mucho más pequeño -no menos doloroso, pero sí más pequeño- no demuestran que el feminismo de género sea un vampiro que está libando de la sangre derramada de las mujeres cuyas heridas debería evitar. Pero el reparto de esos treinta y cinco mil millones sí.
¿Quién se reparte ese dinero?
Pues, según los datos de diferentes fuentes, van a gastos de Juzgados especializados en Violencia de Género -es decir aquellos en los que una condena cuesta casi medio millón de euros porque el dinero se desperdicia en denuncias falsas y malintencionadas; gastos en nuevos servicios de protección en los cuerpos de seguridad -generalmente apoyo psicológico, que -¡de nuevo  feliz coincidencia inesperada!- suelen ser concertados con asociaciones o instituciones de gobierno especializadas en mujer porque, no nos engañemos, al agente medio de la Polícia o de La Guardia Civil le quedá aún un largo trecho para poder acercarse en condiciones adecuadas a la sensibilidad femenina en este tipo de circunstancias.
Luego pasan a recoger su parte del reparto los Institutos de la Mujer, los programas de Mujer, e instituciones similares para crear puestos de trabajo en los mismos que -¡el mundo es un pañuelo!- suelen recaer por lógica aplastante en mujeres feministas de prestigio reconocido en esto de la defensa contra la violencia de género.
Los siguientes en pasar a retirar su cheque son los mismos pero con rango autonómico, provincial y municipal, que repiten el mismo proceso de asignar tan ingentes tareas a personas relacionadas con el entorno que conoce a la perfección el mundo de la violencia de género -no en vano se la han inventado ellas- y que, en muchos casos, son las mismas a las que se había elegido a nivel estatal.
Y suponemos que detrás de todo eso están las mujeres maltratadas. Pero no. Aún tienen que esperar con tranquilidad, mientras sus maltratadores les roban  la vida y les destrozan el cuerpo y el alma, a que retiren su parte los abogados implicados en los procesos de defensa gratuita -Todos hemos oído hablar de la asociación feminista de juristas Themis, ¿no?- y los psicologos -generalmente piscologas y generalmente pertenecientes a alguna de estas asociociones- que participan como testigos expertos o peritos en los juicios.
Los abogados del turno de oficio no son a los que se refieren esas cifras. Se refiere a los abogados que ofrecen las asociaciones y que acuden como abogados de parte a los procesos.
Los abogados de oficio están adscritos al presupuesto de las Comunidades Autónomas -salvo Canarias, Ceuta y Meilla, que no tienen esas competencias transferidas- y se les paga por partidas presupuestarias de Justicia-.
Los abogados que cobran desde las subvenciones y su presupuesto ahora desvelado son aquellos -generalmente aquellas- que acuden con la supuesta víctima desde una asociación y que ya la acompañan a poner la denuncia, la siempre importante denuncia.

En estos casos suponen el 90 por ciento de la justicia gratuita de los procesos por violencia de género, ya que el sistema suele poner el caso en conocimiento de alguna de estas entidades o asociaciones desde la intervención policial, ya sea a través de los servicios sociales municipales -a los cuales están los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado obligados por ley a avisar en estos casos- o de los distintos convenios que mantienen Policía y Guardia Civil con distintas asociaciones en cada comunidad para protección y asesoramiento de las víctimas.
Y claro, imposible anteponer las necesidades de alguien que esta siendo sometido a humillaciones continuas cada día y cada noche, a las necesidades de los grupos de trabajo e investigación universitarios, de las fundaciones, de los observatorios y de todas esas honorables instituciones que elaboran estudios sesgados, que realizan encuestas manipuladas que ocultan datos y que dan carta de naturaleza falsa pero documental al sistema que hemos creado para beneficio propio. Vamos, los responsables de lavarnos la cara, maquillarnos y acicalarnos cada día para que parezcamos respetables.
Y, después de todo eso, un 15 por ciento,¡solo un 15 por ciento!, del dinero le llega por fin a la mujer maltratada. Y aún tiene que lidiar con miembros del emporio de género porque lo que reciben lo gestionan en parte estas asociaciones en pisos tutelados con algunos desmanes por todos conocidos que solamente buscan recaudar más dinero.
Lo único que recibe de forma directa son los pagos por ella a la Seguridad Social. No es mucho como ayuda para rehacer su vida, me parece.

Es por ellas y no porque odie a mi ex mujer -que no es el caso-, porque mi madre me pegara -que tampoco- o porque mi machismo recalcitrante me imposibilite reconocer los fallos de los varones -que este blog está lleno de ejemplos de lo contrario- por lo que no puedo dejar de hablar de estos asuntos. Simplemente porque nos están matando a nosotros cada vez que ese falso feminismo de capilla y subvención, origina que muera otra mujer por intentar seguir aumentando sus ingresos con mil nuevas denuncias.
Claro, que a muchas ya apenas les importa. Muchas ya se han rendido y siguen en las manos de aquellos que las destrozan por dentro y por fuera.
Y para otras el dinero que les puedan dar ya no es del todo importante. Está prohibido entrar con dinero, aunque sea estatal, ya sea en los cielos e el infierno. Cuando estás muerta el único dinero que se precisa es para tu entierro.
Y , no hay problema, no hay pérdida, eso siempre lo paga la familia o el seguro.
PD
Gracias a los que han elaborado el informe para La Comisión Europea con estos datos y para Milagros, que me lo ha echado a la vista y me lo ha puesto a mano.

5 comentarios:

Tu economista de cabecera dijo...

Acabo de descubrirte y estoy entusiasmado, por lo que veo compartimos visión económica y social.

Pero no esntiendo esto:

"Y se me podrá decir que dos o cuatro millones de euros no dan para mucho y mucho menos en seis años. Pero si les sumamos los 12 millones que han destinado en su presupuesto el Gobierno central y los 22 que han destinado Comunidades autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos, la cifra comienza a volverse interesante. Treinta y cinco millones de euros en seis años si dan para algo."

¿no estábamos hablando de 2000 millones y no de 2?

devilwritter dijo...

Tienes razon. Quite los ceros para hacer las cuentas y luego no volví a ponerlos. Lo corrijo. Gracias por el detalle y por el seguimiento.
Son 2.000, 12.000 y 21.000 millones. En total 35.000 millones.

Anónimo dijo...

Para una mayor credibilidad en otro medio que te cita deberías hacer en el post original las correcciones que indicas:

"Hola, como autor del escrito original, solamente tengo que hacer una puntualización.
Los abogados del turno de oficio no son a los que se refieren esas cifras. Se refiere a los abogados que ofrecen las asociaciones y que acuden como abogados de parte a los procesos.
Los abogados de oficio están adscritos al presupuesto de las Comunidades Autónomas -salvo Canarias, Ceuta y Meilla, que no tienen esas competencias transferidas- y se les paga por partidas presupuestarias de Justicia-.
Los abogadosque cobran desde las subvenciones y su presupuesto son aquellos -generalmente aquellas- que acuden con la supuesta víctima desde una asociación y que ya la acompañan a poner la denuncia. Enestos casos suponen el 90 por ciento de la justicia gratuita de los procesos por violencia de género, ya que el sistema suele poner el casoen conocimiento de alguna de estas entidades o asociaciones el caso desde la intervención policial, ya sea a través de los servicios sociales municipales -a los cuales están los cuerpos y fuerzas de seguridad delestado obligados por ley a avisar en estos casos- o de los distintos convenios que mantienen Policía y Guardia Civil con distintas asociaciones en cada comunidad para protección y asesoramiento de las víctimas.
Quizás debería haber hecho la aclaración."

devilwritter dijo...

Ya estoy en ello.

Anónimo dijo...

Gracias, así da gusto

Un placer

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