Hay acciones, decisiones o incluso
omisiones que, aunque pequeñas, aunque cuantitativamente irrelevantes dentro
del total, adquieren valor porque se convierten en símbolos, en explicaciones
reducidas de lo que es el todo a través de una sus mínimas partes.
Más allá de la influencia que en
esta parrafada inicial tiene Tomás y René por mor de la obligación desoxidarlos
para echarle una mano a mi hija mayor con su inminente examen de filosofía,
toda esta parrafada viene al caso porque lo ocurrido con un solo instituto y
con dos únicas profesoras en la Comunitat Valenciana puede ser y es ejemplo de
algo tan grande y tan funesto como las decisiones que Educación está tomando al
respecto de la Enseñanza Pública en esa comunidad.
El Instituto Valle de Elda es
ejemplo desde su creación por muchas cosas, pero sobre todo porque es el buque
insignia de lo que se suponía que estaba llamada a ser la Enseñanza Secundaria
Pública de Calidad en esa Comunidad.
Y lo es pero dentro de él hace un
año que ocurría algo. Dos profesoras se las apañaron para eludir su
responsabilidad y su ética y convirtieron los desdobles -esas clases de
refuerzo que se dan por materias a los alumnos que más problemas tienen para
estar al día- en un suerte de día libre rotatorio porque juntaban los dos
desdobles en uno y la otra ni aparecía por el centro.
Alguien lo denunció, el Síndico
Valenciano cogió el guante y la Consejería de Educación, con la ínclita Catalá,
tan preocupada de la calidad en otros centros, los concertados, y de la
libertad de elección de los padres con sus listas de calidad de los centros, lo
ignoró con la misma desidia que cualquier deidad menor del glosario olímpico.
Más allá de la falta de ética de
las profesoras en cuestión mientras sus compañeros se parten el pecho día sí y
día también por defender lo público; más allá de su marcado egoísmo como
individuos y su acentuada inconsciencia como educadoras al anteponer sus ocios
y sus negocios a las necesidades generales -algo muy occidental atlántico, por
otra parte-; más allá de su irresponsabilidad, al nutrir de argumentos a los
que ahora acechan cada movimiento, cada error y cada desliz para denostar la
Enseñanza pública, la olímpica desidia de la Consellería en este asunto explica
muchas cosas.
Explica la importancia que le da a
los desdobles. O mejor dicho la que les quita.
Porque los desdobles están pensados
para aquellos que más problemas tienen para seguir el ritmo, para aquellos a
los que el ministro Wert quiere condenar a una formación profesional mal
estructurada, deficiente y que solamente buscará crear operarios productivos
con la lectura, la escritura y las cuatro reglas como únicas herramientas
intelectivas en lugar de seres pensantes y opinantes.
Porque la Consellería no da
importancia a ese fraude educativo de dos profesoras no por ellas, sino porque
los desdobles cuestan dinero y la política valenciana de educación no quiere
emplear dinero en ellos, no quiere gastar un duro en dar una oportunidad más de
seguir el ritmo a aquellos cuya mezcla genética no les colocó en condiciones de
sacarlo todo a la primera, a aquellos cuyas circunstancias familiares o
sociales les dificultan el aprendizaje.
Porque sancionar a esas profesoras
-aunque fuera mínimamente- significaría defender los desdobles y Catalá y su
política educativo no tiene o no quiere tener dinero para eso, prefiere
emplearlo en sus escuelas sociales que son concertadas y religiosas -dos
pájaros de un tiro, fe y negocio, la perfecta unión contra evangélica de servir
a dos amos-, prefiere utilizarlo en elevar los gastos por alumno en las
escuelas concertadas para que asciendan puestos en la lista de calidad y
obligar a los padres a elegirlas en detrimento de las públicas.
Con este pequeño olvido voluntario,
dentro de las muchas dejaciones, omisiones e indiferencias de la Consellera, el
mensaje que manda es tan cristalino que resulta imposible no ver a través de él
la osamenta neocon y lobista de su ideología: No hay que defender los desdobles
porque son caros y solamente favorecen a los que ya se ha decidido que tienen
que salir del sistema educativo para ser entrenados como peones que creen
riqueza para otros pero no la compartan.
Porque los desdobles en todo caso
servirán -como ya sirven en algunos colegios concertados de la Comunidad de
Madrid- para justificar el importe económico de las financiaciones de los
conciertos aunque luego ese colegio no contrate los profesores necesarios para
darlos y encuentre siempre un motivo por el que sacar al patio, hacer organizar
un festival o llevar a misa a los alumnos en esa hora para no tener que darlos
pese a que se siga embolsando el dinero que se supone financia los mismos.
Y si no me creen pregunten a los
alumnos con dificultades de algunos colegios madrileños como el Asunción Cuesta
Blanca, por ejemplo.
Así que una pequeña acción envía un
gran mensaje. Hay que sacar del ciclo educativo público a los que tienen más
dificultades para convertirlos en siervos productivos. Esa es la máxima, ese es
el objetivo. Por eso no se sanciona un fraude flagrante en los desdobles.
Y no olvidemos que el ejemplo,
aunque pequeño, es un ejemplo valenciano. Y no olvidemos que la Comunitat Valenciana es la punta de lanza de lo que quiere hacer Moncloa con la Enseñanza Pública en todo el país. No olvidemos que el ínclito Rajoy siempre ha dicho
que "el modelo de Camps es el modelo que es bueno para España".
De modo que significa mucho
silenciar un fraude en los desdobles.
1 comentario:
¿La dirección del centro lo sabía? ¿hizo algo? ¿los otros compañeros lo sabían? ¿alguien protestó?
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