sábado, marzo 03, 2012

Don Mariano nos saca de foco la responsabilidad


Últimamente se estáponiendo de moda una reacción arquetípica. No es que diga yo que otros gobiernos pretéritos nuestros no se haya producido, no es que mantenga que otros gobiernos europeos y occidentales atlánticos en general  no la tienen, no tiran de ella, no la usan cuando conviene.
Pero en el nuestro se está convirtiendo en un mantra, en un letanía como esas que se reiteraban de forma mecánica y desesperada en las milenaristas rogativas por la lluvia o la salvación de nuestras almas en el fin de los días. Cada vez que alguien les lleva la contraria, cada vez que protesta por un acto o una dejación del gobierno ya no nuevo de Mariano Rajoy
Tampoco es que sorprenda, viniendo el presidente de donde viene, habiendo sido puesto al frente de su partido por alguien que hizo de ese recuro el undécimo mandamiento de la ley del gobierno: cada vez que alguien quiere llevarles la contraria hay que apelar a la responsabilidad.
Si alguien se queja de los recortes en educación se apela a la responsabilidad, si alguien se opone a la reforma laboral, se exige responsabilidad, si alguien convoca una huelga general se tremola la responsabilidad necesaria en estos momentos que nos aquejan.
Como si la responsabilidad fuera un arma arrojadiza, como su fuera una piedra afilada que se pudiera arrojar sobre la espalda de aquellos que se levantan contra lo que creen y saben injusto para volver a hincarles de hinojos para que reciban humildemente un castigo que no merecen no por inocentes sino simplemente por no ser los únicos culpables.
Pues bien, esa falsa responsabilidad tremolada es el argumento más falaz y mentiroso que se puede uno echar a la cara, es algo que puede servir perfectamente de epitafio al sistema liberal capitalista pero que resulta inasumible para defender las posturas y las decisiones que está tomando este gobierno como brazo ejecutor de un sistema occidental atlántico que se niega a hacer lo que debería hacer hace muchos años y una guerra mundial: reinventarse a sí mismo.
Porque la responsabilidad no depende solamente del individuo, depende de la acción y del objetivo. Y lo que está pidiendo Rajoy -junto con Merkel, Sarkozy y otros cuantos gobernantes y tecnócratas- es responsabilidad para con el sistema liberal capitalista.
Y no tiene derecho a pedir eso. Bueno tiene derecho a pedirlo, pero nosotros no tenemos por qué ser responsables con ello.
Nuestra existencia nos exige responsabilidad. Pero no con aquello de lo que quieren hacernos responsables.
Y el señor Rajoy y su gobierno y todos los que claman ahora por la responsabilidad ante cada acto, cada crítica y cada movilización deberían saberlo. Deberían ser conscientes de que no se puede pedir responsabilidad con algo que no se hace responsable de nosotros.
Porque es esa responsabilidad que ejercemos ahora la que a él y a otros como él -por su condición de político electo, no por ninguna otra cosa- le han permitido estar en donde está y llegar a donde ha llegado.
Sé que el señor Rajoy sabe algo de historia. Así que solamente me queda por suponer que ha preferido omitir ese conocimiento.
Porque si a lo largo de la historia hubiéramos hecho caso a todos los que asomados a los balcones, a las calesas, a los atriles y a los púlpitos nos instaban a la responsabilidad ahora él no podría gobernar simplemente por el motivo tan sencillo de que no había nacido rey y la sangre que corría por sus venas no era azul.
Porque si aquellos que nacieron años, siglos, milenios antes que nosotros hubieran sido responsables y hubieran agachado los hombros para trabajar, las orejas para soportar y los ojos para no mirar a los que les decían "hijos, ser responsables, no os sublevéis, Dios ha puesto ahí por algo", ahora no habría votos, no había urnas, no habría gobierno de Rajoy, del PP, ni de ningún partido y seguiríamos recibiendo las órdenes de alguien ungido con el óleo sagrado y coronado en la Catedral de Reims -Uy, eso era en Francia. Perdón ¡es que la imagen es muy lírica!-.
E ignorando todo eso, nuestros políticos se convierten de repente en el remedo moderno de aquellos predicadores de púlpito lacado y orlado en oro y mármol, que exigían a sus feligreses, a la sazón, súbditos de otro, siervos de otro y mesnadas de otro, que fueran responsables y no alteraran el orden natural de las cosas.
Nos piden que seamos responsables y aceptemos con resignación –ya no se sabe si cristiana o no, que la resignación cristiana ha cambiado mucho- el látigo, la gleba y el derecho de pernada porque así es la única forma de que las cosas vayan bien. Aunque ahora la gleba se llame paro, desempleo o como queramos llamarlo para que suene diferente, el látigo se disfrace de recortes sanitarios y educativos o descenso de los suelos de los funcionarios y el derecho de pernada sea simplemente la posibilidad unilateral de decidir cuánto pago por un trabajo sin atender a nada más que a mis beneficios.
Y a eso le llaman apelar a la responsabilidad.
Olvidando que la democracia –la misma democracia que a ellos les permite gobernar- surgió de una serie de hombres y mujeres que hicieron caso omiso de esa “responsabilidad” para con el sistema que les imponían en lo económico y en lo político, olvidando que los derechos laborales surgieron de una serie de individuos que decidieron ignorar esa reclamada “responsabilidad” para con un sistema laboral que les impedía progresar como personas y mantener su dignidad como trabajadores.
Olvidando que nuestra responsabilidad no se aplica ni se puede aplicar en esos términos.
Porque la responsabilidad de los pueblos no es para con un sistema u otro. No lo es ahora para el liberal capitalismo como no lo fue antes para el mercantilismo, la servidumbre, la esclavitud o el imperio romano no funciona o está dejando de hacerlo. La responsabilidad de los pueblos es para con su pasado y para con su futuro. Sobre todo para con su futuro.
Precisamente por responsabilidad es necesario que se pare una reforma laboral que nos hará perder todo aquello por lo que lucharon nuestros antepasados no tan lejanos, precisamente por responsabilidad tenemos que evitar una servidumbre de la que tanto nos costó salir a la que se nos quiere revertir de un plumazo, precisamente por responsabilidad debemos parar la regresión a una educación elitista para unos pocos, la perdida de una salud universal.
Y si el euro cae con eso, que caiga, haremos un futuro sin él. Y si el liberal capitalismo cae con eso que caiga, construiremos un futuro sin él. Y si los mercados tiemblan, el sistema de inversiones se detrae, la deuda soberana se derrumba y la bolsa de valores estalla en mil pedazos que lo hagan.
 Nuestra responsabilidad es para nuestro futuro, no para el sistema que otros han decidido sostener. Como no lo fue para la esclavitud, como no lo fue para la servidumbre, el feudalismo o el sistema de señoríos.
Así que cuanto más nos exija responsabilidad más nos forzará a oponernos frontalmente por esa responsabilidad a algo que creemos y sabemos que no beneficiará nuestro futuro, que no permitirá nuestra mejora, que nos equilibrara en la pobreza para volvernos a equilibrar solamente un tiempo después en la miseria.
A lo mejor el presidente Rajoy, Merkel, Sarkozy y todos sus gobiernos deben poner el foco de en el mantenimiento a ultranza de un sistema en el que su fe reposa de forma ciega pese a todos los indicios, contra indicios, pruebas y estudios demuestran que es incapaz de soportarnos y de darnos una base para poder tener un futuro, simplemente eso.
A lo mejor resulta que después de todo son nuestras movilizaciones y no sus discursos, son nuestras protestas y no sus llamamientos los que están exigiendo responsabilidad a aquellos que no la tienen, que han cambiado la responsabilidad por su pueblo y sus ciudadanos por la responsabilidad hacia un sistema que un día funcionó, que un día estuvo vivo pero que ahora está parado, languidece y muere.
A lo peor en lugar de exigirnos sacrificios estériles por responsabilidad hacia un cadáver económico llamado liberal capitalismo deberían hacer ejercicio de su responsabilidad propia y hacer un sacrificio mucho menos doloroso.
Renunciar a sus apriorismos y escuchar a aquellos que quieren y proponen una forma diferente de construir el futuro.
A eso yo sí le llamo responsabilidad. Y ya están tardando.

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