La Reforma Laboral pergeñada por el gobierno del presidente Rajoy, ese que dijo que no iba a hacer cargar sobre las espaldas de las clases medias los costes de la crisis, ese que dijo que no iba a tocar los impuestos, es que dijo que tantas veces digo que ya no sabe a cual de todos ellos sustituye el diego que ahora dice, ya tiene santa patona.
Nuestra Señora de los Dolores- de Cospedal, se entiende- se ha erigido, reforzada ella en el PP tras el congreso -que eso es lo que importa, no lo externo, siempre lo interno- en garante patria y madrina de peineta y misa catedralicia de la Reforma laboral que acabará con el paro generando 630.000 desempleos más y que mejorará la economía ahogando el consumo al fijar la estabilidad del mercado laboral en unos pírricos ochocientos euros salariales como mucho.
Nuestra Señora de los Dolores- de Cospedal, se entiende- se ha erigido, reforzada ella en el PP tras el congreso -que eso es lo que importa, no lo externo, siempre lo interno- en garante patria y madrina de peineta y misa catedralicia de la Reforma laboral que acabará con el paro generando 630.000 desempleos más y que mejorará la economía ahogando el consumo al fijar la estabilidad del mercado laboral en unos pírricos ochocientos euros salariales como mucho.
Y para ello, como todo personaje santo tira de teología, de ejemplo milagroso y sobre todo de virtudes teologales.
Para empezar tira de dos elementos muy bíblicos, muy de esos profetas de antiguo testamento que se rasgaban las vestiduras por el mal de otros, por la maldad de otros, que nos abocaban al fin de los tiempos por pecados que otros habían cometido y de los que ellos, en su impoluta e incólume santidad nunca eran culpables.
"Los ciudadanos saben que una situación heredada de 8,5% de déficit y de 5,3 millones de parados no se resuelve en dos meses".
Dice el primer paradigma apologético de Santa Dolores de Cospedal.
Es obvio que no se para a pensar - o expresado con mayor claridad, a decir- que esa situación heredada de déficit corresponde no solamente la gobierno central sino a las administraciones de la Comunidades Autónomas en las que el PP gobernaba y que son algunas de las más endeudadas del país, tampoco se para a reflexionar como los ayuntamientos con regidores del Partido Popular duplicaban y hasta triplicaban su deuda y su déficit en estos últimos ocho años sin hacer nada por ahorrar o ahorrando en lo esencial para dilapidar en superfluas campañas pro olimpismo y demás ritos y fastos.
Por supuesto, tampoco especifica que los cinco millones y medio de parados son producto de la política del PSOE, pero también lo son del crack inmobiliario que ocasionó un modelo de crecimiento basado en el ladrillo alentado y puesto en práctica por la política del gobierno de José María Aznar -nada sospechoso que yo sepa de ser socialista- y de los Camps, Feijoo, Aguirre y demás que han estado campando a sus anchas por las comunidades. Que los errores socialistas no son el acabose, son el continuose del empezose de los del PP en la fase anterior de gobierno.
Pero claro Santa Dolores, como cualquier buen profeta de la salvación, tiene que mantenerse al margen del pecado, a ella y a los suyos, porque sino cualquier pecador de tres al cuarto de esos que pueblan Sodoma y Gomorra, podría espetarle "si tú eres tan pecador como nosotros ¿como vas a salvarnos?, si tus pecados nos han llevado también a esta situación ¿como te atreves a decirme ahora que en ti se haya la salvación? si sabías todo esto mientras pecabas a nuestro lado ¿por qué pecaste entonces?.
En fin, que nadie creería que el causante -aunque sea parcial- del mal es capaz de resolverlo.
Luego recurre a la profética pura y dura. No tanto de Elías y su carro dorado, como del oráculo de Delfos y su ciega máscara de oro cuando alguien le pregunta cuanto durará esto, cuanto tiempo mantendrá la servidumbre laboral que ha programado junto con la Ejecutiva de su partido y el Gobierno del PP para nosotros
"El que sea necesario. Este no es un tiempo de una fecha fija que hoy todo es negro y mañana es blanco. Cambiará paulatinamente. Pero creo que vamos a ver la luz mucho antes de lo que pensamos. Creo que antes de un año la situación estará cambiando de forma sustancial y habrá creación de empleo", afirma la santa pitonisa De Cospedal.
Dice que en un año, pero la Reforma Laboral no tiene fecha de caducidad, asegura que las cosas estarán cambiando en un año, pero el stajanovismo -menos mal que el PP no es de extrema izquierda que si no...- nace como algo que se puede extender todo el tiempo que haga falta, sin dirimir quién decidirá si sigue haciendo falta, sin darnos a nosotros, ni a los agentes sociales, ni a nadie la posibilidad de compartir esa decisión.
No puede decir porque lo sabe porque entonces tendría que explicar que para dentro de un año calculan que los empresarios habrán podido ya librarse de los empleados que les cuesten más dinero o reducirles sus salarios, amparándose en la reducción de beneficios o en ficticias bajas de productividad, y podrán con esos excedentes empezar a contratar desempleados por un cuarenta por ciento del coste laboral de los que tienen ahora.
Porque entonces la profetisa tendría que compartir el saber rebelado por la deidad del mercado liberal capitalista de que es necesario un año para que los despedidos durante ese periodo -los 630.000 despedidos previstos- con un sueldo de 1.800 euros se transformen en contratados, quizás el triple, por un tercio de ese sueldo, igualando y estabilizando el sistema en la miseria y contratando a tres de entonces por el precio de uno.
Porque si dice de donde le vienen las revelaciones divinas y qué nos obligan quizás decidamos que si ya una familia no come con lo que le pagan, mucho menos van a comer tres.
Y entonces a lo mejor en lugar de escuchar su santa profética supuestamente liberal nos da por escuchar la Milton Friedman que, pese a reinventar el liberalismo y el capitalismo, ya se ha desgañitado de decir que por ahí no van los tiros.
Pero nuestra santa patrona de la reforma no se conforma con la profética y la escatología apocalíptica para ganarse el puesto en los altares de la Reforma Laboral. También tira de tautología. Es un saber más pagano, más griego, pero también redunda en beneficio de esta nueva teología escolástica de la crisis.
"Va a actuar como dique de contención para que no se siga destruyendo empleo. La reforma va encaminada a aumentar la empleabilidad de las personas"., afirma la tautología toledana en un acto de reafirmación de lo obvio digno de la más clásica tautología ateniense.
¡Pues claro que actúa de dique de contención!, ¡Nos ha jodido mayo con no llover a tiempo!.
Porque ya no habrá que despedir a los que ganan un sueldo digno para sustituirlos por otros que estén dispuesto a hacer el mismo trabajo o más por un tercio del sueldo. Bastará con reducirles el salario. Porque ya no hará falta despedir a madres o padres para ahorrarte los costes de la conciliación, bastará con negárselos, porque ya no hará falta echar a la calle a aquellos que tienen un horario de trabajo y contratar a otros a media jornada por un tercio del salario para que luego hagan el mismo turno, bastará con ampliárselo a los que ya tienes contratados y además reducirles el sueldo.
Se evitarán despidos porque ya no serán necesarios para precarizar el trabajo. Se podrá precarizar sin necesidad de despedir a nadie. Ahorrándote hasta los pírricos días que quedan de indemnización.
Y redunda en la obviedad cuando afirma que mejorará la "empleabilidad de las personas" -curioso concepto, que diría Alf, ¿de dónde proviene?- ¡A la fuerza ahorcan!. Lo que no incide es en el asunto también obvio de que la mejora en la empleabilidad porque resulta barato hasta el extremo contratarle supone la perdida proporcional de "supervivencibilidad" -es eme le he inventado yo- porque cuanto menos te pagan, aunque tengas trabajo, menos capacidad de supervivencia tienes.
Porque claro, si afirma esa obviedad a lo mejor preferimos ser sobrevivibles que empleables porque recordamos que el trabajo no es un fin en sí mismo y que si no nos sirve para solventar nuestra supervivencia no nos sirve para nada.
Y sigue con sus demostraciones de lo obvio
"La huelga es un lamentable error, porque la economía española no está para una huelga general. Es una clara irresponsabilidad de quienes la convocan".
Es una obviedad. Viciada, pero una obviedad.
Porque la huelga general no se convoca porque sí. Se convoca porque la economía española está como está. Se convoca porque lo que no está para reformas laborales que quitan poder adquisitivo y reducen las condiciones de trabajo a límites serviles es la economía de los españoles. La irresponsabilidad de la huelga general parte de la irresponsabilidad de la reforma laboral porque la economía española no esta para huelgas generales y la economía de los españoles no está para reformas laborales. En este caso, una cosa, la reforma laboral, si hubiera quitado la otra.
Pero la santa madonna del mundo laboral reformado no puede decir eso porque entonces la solución también se vuelve tautológica: quiten su reforma laboral y nosotros quitaremos nuestra huelga general.
Luego, la toledana patrona de la Reforma tira de otro saber muy usado en teologías, la hermenéutica -lo que explica los contextos- para apoyar la exégesis que está haciendo de este Nuevo Testamento de la Reforma Laboral.
"Si a una persona con trabajo se le pregunta si, en caso de despido, le parece bien que la indemnización sea menor, no le va a gustar. Pero si hicieran una encuesta entre las personas que están en el paro, yo creo que la mayoría querría cualquier vía para acceder a un empleo".
Nuestra nueva evangelista de la Reforma Laboral explica el contexto para que nos demos cuenta los que tenemos trabajo de lo egoístas que somos, de lo poco solidarios, de que nuestra rigidez en la defensa de nuestros derechos está originando un mal sin cuento para los parados, de que el contexto explica la medida, de que la situación define la acción.
Ella se cree hermenéutica, se mantiene contextualizada, pero en realidad lo que hace es volverse sofista, convertirse en el remedo con vestido negro procesional de encaje y mantilla de tres cuerpos de Protágoras o Licofron, que suena más dramático.
Porque abaratar el despido no mejora las posibilidades de contratación de los que están en el desempleo. Porque no se sabe ya cuantas reformas laborales de unos y de otros que han abaratado el despido nos han conducido al mayor índice de paro en nuestro país desde la epidemia de viruela en 1853, porque cuando un empleado despide a alguien es porque quiere librarse del puesto, porque reparte el trabajo entre otros o porque sencillamente deja de realizar ese trabajo o incluso lo asume el directamente. No porque esté pensando en contratar a otra persona que está en el paro.
El abaratamiento del despido no se explica por el contexto de cinco millones y medio de parados. Eso lo dice cualquier economista, cualquier liberal capitalista con dos dedos de frente ¡Por el amor de vuestro dios, eso lo dice hasta el director del Banco Central Europeo!
Pero, quizás para que no la acusen de demasiado helénica o de no estar pegada al dogma que la ha convertido en santa intercesora de la reforma laboral ante dios padre todopoderoso, nuestra Santa Dolores de Cospedal, tira de las virtudes teologales puras y duras en su encendida defensa del infinito bien que esta nueva legislación laboral novecentista.
"Yo creo que la inmensa mayoría de los empresarios no quieren despedir gente"., dice la teóloga del reformismo laboral.
Fe teologal en estado puro. Fe y esperanza. Ella cree que los empresarios no quieren despedir aunque hay cinco millones y medio de parados, aunque se lo han reclamado por activa y por pasiva desde todas las instancias empresariales, aunque ya se están acogiendo a los despidos aprobados o al menos tanteando el terreno, aunque están previstos 630.000 despidos en un año.
Se mueve en la esperanza de que los empresarios no despidan, igual que se mueven en la esperanza de que los bancos acepten la dación - la entrega, vamos, que suena mejor- de la vivienda como pago de las hipotecas y por eso no hacen una ley sino una recomendación, igual que manejan la esperanza de que los empresarios reinviertan y por eso no graban los beneficios y liberan las reinversiones en una ley fiscal, sino que solamente lo piden por favor y hacen una campaña de imagen, en la misma esperanza que les hace pensar que los empresarios no llevarán sus beneficios a paraísos fiscales o no los ocultarán a través de sociedades de acciones en Luxemburgo, en Suiza o en las Islas Caimán y por eso no prohíben operar con esas entidades o castigan realmente el fraude fiscal o financiero, por la misma esperanza por la cual se cubre los agujeros de los bancos sin exigencia alguna que devuelvan ese dinero, de que asuman la perdida de beneficios durante años para recomponer sus cuentas, de que dejen de repartir dividendos y solamente se les dice que sería aconsejable que lo hicieran, si no les molesta demasiado.
Fe y esperanza para los que tienen el dinero e imposición apocalíptica para los que no lo tienen. Algo muy teológico. Teológico de Roma, no de loco nazareno por supuesto.
Pero en toda defensa escolástica de algo tiene que haber una comparación final, un elemento que nos sirva a los pobres mortales que no entendemos de cosas teológicas de alto nivel. Y Santa Dolores de Cospedal se descuelga con esta.
"Hace falta trabajar más. Las empresas alemanas a veces han optado por trabajar más horas manteniendo sueldos, y muchas se salvaron. Hay que trabajar más en todos los sectores, público y privado".
La santa comparación con los alemanes.
Pero una comparación para ser real exige una comparación en todos los términos. Los alemanes aceptan ese aumento de horas partiendo de 37 semanales en jornada continua, mientras que nosotros partimos de 40 en horario partido; partiendo de un sueldo medio de 41.000 euros al año y de un salario mínimo interprofesional de 1.540 euros, mientras nosotros lo hacemos partiendo de un sueldo medio de 21.000 y de uno mínimo interprofesional que no llega a los 500 euros; ellos lo hacen partiendo de un índice de precios solamente un 0,3 por ciento más alto que nuestro y que no ha subido prácticamente en los últimos diez años, mientras que nosotros arrancamos de uno que se ha triplicado en la última década; ellos parten de un incremento salarial en igual periodo del 19 por ciento y un aumento de los beneficios empresariales del 33 por ciento, nosotros salimos de un descenso -SÍ, DESCENSO- salarial del 4 por ciento en dos lustros y de un incremento de los beneficios empresariales del 73 por ciento.
Por no decir que De Cospedal hace referencia a determinadas empresas de automoción y de electrodomésticos que acordaron esa situación con los sindicatos y que no redujeron ningún beneficio laboral y además se comprometieron, terminado el periodo concreto para el que lo acordaron -generalmente lanzamiento de nuevos modelos al mercado- , compensar a los trabajadores detrayendo fondos de los beneficios en principio destinados a los accionistas. Y las juntas de accionistas aprobaron el asunto.
Así que si Santa Dolores de Cospedal nos quiere llevar al paraíso de la reforma laboral, que primero nos haga pasar por el purgatorio de ser lo mismo que Alemania y luego nos pida que asumamos el infierno que quiere vendernos como el cielo.
Entonces quizás si estemos dispuestos a hacerlo.
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