martes, marzo 13, 2012

El muy noble arte de pinchar cámaras en el maltrato.


En televisión -y los que trabajan en ella sabrán de lo que hablo- existe una necesidad, un imperioso mandato: cambiar de cámara.
Cuando se realiza, se edita o se monta -llámese como se quiera- algo que está grabado a dos cámaras, mientras se decide el contenido que se mantiene y que se desecha -siempre se desecha más contenido del que se mantiene-, se impone la obligación de modificar la cámara, sobre todo cuando en el otro foco -si es que está en foco. Eso también es una broma televisiva privada- hay otra persona que participa o interviene en la acción, la discusión o lo que sea.
¿Por qué? Hombre, es simple. Para ver las reacciones, los efectos y las consecuencias que los actos de uno de los interlocutores tienen en el otro.
¿A qué viene este pobre y sucinto manual de ritos y mitos del montaje televisivo?
Pues muy sencillo. A que voy a aplicarlo a algo a lo que no se aplica normalmente en España. Al maltrato, llamada violencia de Género y que en realidad no es otra cosa que una trágica y cada vez más preocupante violencia afectiva.
CÁMARA 1: MUJER
Tenemos encuadrada en plano corto a Lidia M.G y vemos como en la noche del 24 de diciembre de 2009 -vaya día el elegido para el rodaje, por cierto-, en el portal de su casa, discute y recrimina a su pareja -que no aparece en cuadro- algo referente al trato familiar durante la cena de la festividad. Le escuchamos a él -el sonido es siempre independiente de la imagen- con unas recriminaciones parecidas.
Las manos de Lidia M.G no están en plano, pero vemos como hace algunos movimientos y luego se vuelve: las manos de su antagonista y pareja, Iván B.A entran en plano la golpean dos veces en el cuello y la arrojan al suelo de un empujón. Escuchamos voces y algunas personas entran en plano para ayudar a Lidia. 
Seguimos con la cámara a Lidia, que accede a la vivienda -la casa de sus suegros- y con ella permanecemos hasta que entra en el dormitorio. Escuchamos que dice algo a alguien que ha entrado, de nuevo se reproduce una disputa. De nuevo notamos movimiento fuera de plano y vemos como una mano entra en cuadro y abofetea a la mujer dos veces. Ella comienza a sangrar por la nariz.
Vemos a Lidia salir de la habitación e ir hacia la cocina, la voz la persigue, cuando llega a la cocina vuelve a escucharse. Nuestro plano es tan corto que solamente vemos el rostro de Lidia. De nuevo entra en plano la mano y la coge del cuello. Entonces el brazo de Lidia inunda el plano y vemos como lo eleva con un cuchillo de cocina y lo descarga contra algo.
Silencio, fundido a negro.
Una conclusión posible "Lidia M.G, víctima de malos tratos, asestó una puñalada casi mortal en defensa propia contra su pareja, con la que había mantenido una fuerte discusión en presencia de testigos después de que este la agrediera repetidas ocasiones e intentara estrangularla en su domicilio"
Como todo montaje a una cámara salta, necesitamos recursos para cubrir esos espacios y tiramos de los recursos de la misma cámara "el hombre tiene una condena posterior por quebrantar una orden de alejamiento otra por agresión contra su pareja que ella retiró por miedo a la reacción de él".
Fin de la historia. Sonorizamos, corregimos el color y al informativo de turno.

CÁMARA  2: HOMBRE
En el mismo plano corto vemos a Iván B.A, le observamos discutir, escuchamos las recriminaciones de Lidia M.G. No podemos ver sus manos pero en un momento dado vemos como se encoge. Bajamos la cámara en un dramático movimiento -el reality televisivo nos permite estas licencias- y vemos como el susodicho se sujeta sus partes al tiempo que una pierna femenina sale de plano y unas manos engarfiadas entran en él, arañándole hasta hacerle sangrar un párpado y la cara en un gesto casi fugaz.
Luego intuimos agitarse los brazos y las manos del hombre fuera de plano y vemos entrar en él a varias personas que le tranquilizan y le acompañan.
Seguimos con la cámara a Iván B.A hasta que entra en el domicilio y en el dormitorio. De nuevo las recriminaciones inundan el audio de la cámara que no vemos.
Contemplamos al hombre alzar el brazo y en otro dramático movimiento de cámara que se anticipa a la acción -nuestros cámaras son muy buenos y están por la labor- contemplamos como de nuevo una pierna femenina entra en plano y un pie golpea el muslo de Iván. De nuevo las manos entran en plano y golpean el rostro y el ojo del hombre.
Luego le vemos girarse y hablar a voces hasta que entra en la cocina. Extiende el brazo que sale de plano y vemos como un cuchillo de cocina se clava en su plexo solar y él se derrumba.
Silencio, fundido a negro.
Única conclusión posible
"Iván B.A se encuentra ingresado en un hospital al borde la muerte porque su pareja sentimental le intentó asesinar clavándole un cuchillo en el pecho, después de haberle golpeado en sus genitales en el portal y haberle agredido reiteradamente en el rostro y los ojos".
Como seguimos necesitando recursos para completar el montaje -para los neófitos, esas imágenes que hacen que un producto audiovisual no sea infumable por mantenerse siempre en el mismo plano, así explicado por encima- tiramos de lo que tenemos: "La mujer tiene pendiente una condena posterior por quebrantar una orden de alejamiento y otra por agresión contra su pareja, que él retiró por miedo a la reacción de ella".
Fin de la historia. Sonorizamos, corregimos el color y a otro informativo. O al mismo, que para el caso.
Si alguien contempla esas dos piezas puede no comprender lo que está pasando. Puede no percibir los fallos de montaje, puede no entender el desarrollo de los hechos y quedarse con la idea de que una de las dos historias es mentira, de que alguien está inventando algo.
Pero no. Es simplemente la incapacidad de los implicados de practicar el noble arte de pinchar cámaras –como se dice en argot-, de cambiar de cámara y de punto de vista en el momento adecuado.

¿Cuál es la solución?
Simplemente esta.
PROPUESTA DE MONTAJE DEFINITIVO (The Attorney´s cut. El montaje del fiscal)
Puede que se dedique a cambiar de cámaras con ritmo y con criterio o que opte por un insoportablemente continuo plano secuencia a lo Francois Truffaut y sus 400 golpes en plano general. Pero sea cual sea su tendencia artística lo que veremos será esto.
Sobre las 2.20 horas del día 24 de diciembre de 2009, Lidia M.G e Iván B.A, que mantenían una relación sentimental de la que compartían un hijo de tres meses, mantuvieron una discusión en el portal de la vivienda en la que residían con los padres de él en presencia de estos y otros familiares, en el transcurso de la cual ella le golpeó en los genitales y le araño en el rostro hasta hacerle sangrar una mejilla, mientras que él le propinó varios puñetazos en la parte posterior de la cabeza y la empujó hasta hacerla caer al suelo.
Entonces, el hombre fue calmado por la intervención tanto de sus padres como otros allegados de la mujer y ella fue acompañada al domicilio por otros de los presentes, también con la intención de calmarla.
Más de una hora después, cuando la pareja estaba en el interior de su dormitorio, volvieron a discutir y se golpearon, intentando ella repetir la agresión a los genitales pero fallando y pateando el muslo del hombre al tiempo que le abofeteo y araño varias veces hasta hacerle sangrar un párpado, mientras que él la propinó dos puñetazos en el rostro que la hicieron sangrar por la nariz.
Posteriormente, ella se dirigió a la cocina y tomó un cuchillo y el hombre la persiguió gritándole "antes de que me mates tú, hija de puta, te mato yo" y agarrándola por el cuello, momento en el que ella le clavó un en el pecho el cuchillo que había cogido al entrar en la estancia con resultados casi mortales.
Silencio, fundido a negro.
Y como hasta esta historia necesita de recursos para adecentarla, añadimos: "ambos tienen pendiente una condena de enero de 2010 por quebrantamiento de la orden de alejamiento que pesaba sobre ambos al seguir conviviendo. Los dos se presentaron juntos en el juzgado instructor afirmando que se habían perdonado mutuamente y que pese a lo ocurrido habían decidido continuar la convivencia".
Y completado el cuadro, cambiadas las cámaras a tiempo e insertados los planos generales que nos dan una correcta y completa visión de la acción, los títulos de crédito nos permiten leer,
El fiscal solicita una condena de diez meses y medio de prisión para Iván B.A por el delito de amenazas y agresión y de cinco años de prisión para Lidia G.M - aplicando el atenuante de reparación de daños- por un delito de homicidio frustrado, agresión y amenazas.
¿Digo yo que todos los casos son así? Por supuesto que no.
Lo único que digo es que, si practicáramos el muy denostado arte televisivo de pinchar cámaras, veríamos historias muy diferentes y nos daríamos cuenta de que la violencia afectiva es algo mucho más preocupante que la violencia de género, que la agresividad en las relaciones sentimentales es algo mucho más inquietante que el supuesto machismo agresivo que nos muestra una sola cámara o que el hembrísmo salvaje que nos muestra la otra.
Para una vez que las cosas que se hacen en la tele sirven para algo
.

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