Siria se desangra. El califato arde en llamas ya hay algo que no cuadra, hay algo que se antoja infinitamente descontextualizado, furioso, incomprensible.
Siria sigue muriendo en Homs, en Palmira e incluso en Damasco y seguimos sin comprender o sin querer comprender el motivo.
A estas El Asad sabe perfectamente que no puede salir de esta, el primer bombardeo abrió la tapa de su ataúd político y probablemente existencial, la primera mina colocada en la frontera de escape selló su destino, la primera matanza de mujeres y niños determinó su destino final.
El Asad lo sabe y aun así lo hace.
Y la pregunta, como siempre ha sido, como siempre es en la mayoría de las cosas, sigue siendo ¿por qué?
Y en este Occidente Atlántico nuestro que recurre a los ritos y los mitos de siempre aunque nunca le han funcionado, que explica las cosas una y otra vez de la misma manera aunque nunca le han sonado plausibles porque son las únicas que nos dejan a gusto con nosotros mismos, seguimos recurriendo a las mismas respuestas, a los mismo arquetipos -no prototipos, lo siento, broma privada-, a los mismos héroes y antihéroes.
Seguimos hablando del apego al poder, seguimos comparando el mesianismo enfermizo del que fuera otrora líder de otro partido Baaz con el de este, seguimos hablando de tiranía y despotismo.
Y es innegable que algo tenemos de razón. Todo eso influye en lo que está haciendo El Asad, en no tener problema en emprender matanzas, en decretar asesinatos, en matar a los suyos por él mismo y por sus necesidades.
Pero no son sus necesidades.
El otrora moderno y aceptado por este nuestro occidente atlántico presidente sirio, el que otrora luciera su apostura y la belleza de sus esposa por las cortes y los palacios presidenciales europeos no está buscando nada para él, no está resistiendo por él.
Esta buscando tiempo.
El Asad nunca fue un líder mesiánico siempre fue un arribista. Alguien que era perfectamente consciente de que su papel en el poder dependía de hacer lo que nosotros quisiéramos que hiciera, de ser la cabeza del mundo árabe renunciando al panarabismo, de ser capaz de mantener una guerra de baja intensidad con Israel, de aparecer como moderno y moderado aunque sin renunciar a las demandas árabes para capitalizar y focalizar su liderazgo.
Esa fue su política, la que le impuso occidente y el acepto, la que le diseñó Rusia y el compró.
El perfil de El Asad era tan perecido al de Ben Ali que podían haberse intercambiado en una reunión internacional y nadie hubiera notado la diferencia.
Pero mientras el uno hizo lo que se esperaba de él, coger sus maletas, el oro robado y escapar a algún sitio a vivir de su expolio, El Asad resiste contra toda lógica aunque sus cuentas bancarias son tan amplias y cuantiosas o más que las del ex gobernante tunecino.
¿Cuál es el misterio?
Que El Asad no es quien está resistiendo. El Asad es una excusa, una cortina de huma para una guerra civil entre dos bandos ninguno de los cuales está en el poder y que están obsesionados con asegurarse quién será el que estará en el poder cuando por fin se haga público que El Asad no manda en Siria.
Porque El Asad sigue siendo lo que siempre ha sido. No ha cambiado. No ha mudado ni un ápice su forma de enfrentarse a su situación política y su papel en el país propio y en el concierto internacional.
Sigue siendo una marioneta. Simplemente han cambiado las manos de los titiriteros que están tras él.
Si antes fueron los occidentales, las potencias hegemónicas, ahora los son los defensores de la antigua grandeza, los furibundos y anhelantes paladines del honor damasceno heredado del califato los que mueven los hilos del falso presidente que siempre lo fuera.
Y son ellos los que necesitan tiempo. Los que necesitan seguir presentando a El Asad como el causante de todos los males mientras ellos, hasta hace como quien dice dos días conformes y desterrados en las acciones encubiertas en Líbano, en la guerra enquistada en Los Altos del Golán, pueden posicionarse pueden eliminar a la antigua oposición en Homs, pueden desactivar al otro ejército que se bate y combate en Siria en esta guerra civil disfrazada de revolución contra un tirano que ya no es nada salvo un títere.
Mientras borran de la faz de la tierra lo que Siria quiere ser aunque a nosotros nos ponga los pelos como escarpias. Hasta que derrotan a la oposición islamista.
Y por eso Rusia y China, pero sobre todo Rusia permite lo que está permitiendo, por eso el Occidente Atlántico permanece en su tibieza, porque necesita que sea como mucho el nacionalismo sirio de la fuerza califal el que triunfe y no el islamismo que ahora muere y sangra en Homs.
Porque, anclados en nuestras visiones del mundo, en nuestros arquetípicos conceptos, no podemos permitirnos que otro gobierno islámico ascienda al poder en el mundo árabe y de mayoría musulmana. Y mucho menos en Siria.
Y ese es el tiempo que están ganando los que ahora manejan al ya derrotado El Asad que cada día y cada noche sueña con un retiro millonario en algún lugar perdido pero que sigue ejerciendo como el muñeco teledirigido que siempre fue.
Y de ahí toda esa danza de los siete velos coreografiada perfectamente de deserciones militares y políticas cual sherezades que se arrancan un velo en cada giro, para que, cuando caiga el último velo se arrastre ensangrentado por el suelo con la sangre de los que ahora luchan y mueren en Homs, ellos puedan presentarse como el ejército democrático que se rebela contra el dictador en lugar del emporio secreto que lo ha manipulado y dirigido todo este tiempo.
Y así conseguir que un poder no islamista sea por fin legítimo en el mundo Árabe.
Muy típico de Rusia, muy común del mundo árabe, muy propio de nosotros.
Porque nosotros hemos decidido -lo hicimos hace lustros, después del fallido intento de panarabismo, precisamente encabezado por Siria y Egipto- que la única garantía que tenemos de llevarnos bien con el mundo árabe es que se articulen en gobiernos laicos, que renuncien a sus raíces musulmanas culturales -mientras nosotros nos hartamos, por cierto, de hablar de nuestras raíces judeocristianas sin pudor- y uno a uno hemos ido agotando todos los cartuchos hasta que solamente nos queda Siria.
O creemos que nos queda Siria.
Porque ¿qué ha sido de todos los gobiernos falsamente laicos que diseñamos en el mundo musulmán? Todos han caído. La cleptocracia tunecina, el falso comunismo igualitarista libio de Gadafi, el centralismo administrativo egipcio de Mubarak y ahora el modernismo belicista sirio de Al Asad. Incluso algunos han caído después de volverse contra nosotros. EL imperio perdido del Sha de Persia allá en los ochenta, el militarismo recalcitrante de Saddam Husein en Irak. En resumen, todos los gobiernos que inventamos para esa zona se han terminado yendo al garete, por mucho que los apoyáramos, los cebáramos y los defendiéramos.
El mundo musulmán ha hablado contra ellos y los ha cambiado en lo que quieren, aunque a nosotros no nos guste. Han modificado esos falsos laicismos que obligaban a las mujeres a no llevar hiyab y a los hombres a raparse la barba, que forzaban los rezos y que impedían las escuelas coránicas para llevarlos a los gobiernos que quieren basados en su religión y en su cultura.
Y como en todo hay grados.
Desde el pernicioso extremismo de los Ayatolas iraníes hasta la moderación política de Erdogan en Turquía, pasando por el fariseísmo terrorista de Hamás en Gaza, la monarquía pseudo divina de Marruecos o la república ahora mismo caótica de Túnez.
Pero nosotros no somos capaces de asumir eso. De asumir que esa es la deriva que una gran parte del mundo experimenta y de tratarlos con la suficiente noción política como iguales y no intentar forzales a ser lo que nosotros queremos que sean, lo que a nosotros nos conviene que sean.
En lugar de elegir por ejemplo a Turquía, que va desparramando sus perlas de presencia, relevancia y preponderancia en el mundo islámico para contrarrestar el repulsivo yihadismo de Teherán o de Hamás porque esas son las cartas que nos han tocado jugar, seguimos pretendiendo sacarnos un as escondido de la manga, crear de la nada un régimen que nos venga bien, que sea todo lo laico y no islamista que nosotros consideremos oportuno para ofrecérselo de zanahoria al mundo árabe y musulmán en la esperanza de que lo sigan como los burros que realmente creemos que son.
Así que la gente muere en Homs, Siria arde y el Califato se desangra porque nosotros necesitamos más tiempo para asegurarnos de que lo que siga al cadáver ya momificado de El Asad sea algo de nuestro agrado y no lo que la historia y la voluntad de los sirios nos deparen.
A estas alturas ya deberíamos haber aprendido. Pero, que queréis que os diga, somos occidentales atlánticos. Nos resulta imposible aprender una lección que vaya contra nosotros mismos.
2 comentarios:
Te recuerdo que el feminismo, desde el principio, allá por la revolución francesa, se ha caracterizado principalmente por su egoismo. Primero. Reclamaban el derecho al voto de las mujeres cuando ni la mayoría de los hombres lo tenían. Segundo. Al parecer, las feministas de primera ola de Estados Unidos confraternizaban con el Ku Klux Klan, por lo que se demostraba su racismo esclavista, y se sospecha que la última persona que ocupó el cargo de Gran Maestre de esta organización fue una mujere. Al fin y al cabo, aquellas eran feministas burguesas ociosas. Tercero. Estas feministas burguesas ociosas se aprovecharon de muchas mujeres de clase baja, que, en general, solían ser analfabetas, por lo que eran más faciles de manipular. Además, mucho antes del régimen nazi, la eugenesia ya estaba implantada dentro del feminismo de segunda ola. De hecho, ya hubo confraternización entre una de estas feministas y Hitler. Por último, el feminismo de tercera ola (el actual) está claramente influenciado por fundaciones estadounidenses como la Rockefeller o la Ford. Hay mucha gente que toma como ejemplo a Holanda en muchos aspectos, pero hay que desmitificar a este país. Sus políticas en algunos aspectos, por ejemplo, en lo referente a la ideología de género, no son independientes, sino que están claramente influenciadas por Estados Unidos. Abre los ojos, anónimo.
Todo eso me parece muy interesante, algo conspirativo, pero interesante pero...
¿no te has confundido de post a la hora de poner el comentario?
¿En qué tengo que abrir los ojos?
Si me estás diciendo que el feminismo radical está detrás de los que manejan los hilos en la forzada resistencia de El Asad en el poder tendré que recomendarte que te tomes tu medicación anticonspiranoica y la píldora que te saque de tu matix particual.
En esoty soy como el Gulliver de Jonathan Swift: "no tienes que contarme nada, yo he estado allí".
Sé quienes son con nombres, apellidos y graduaciones militares. Y desde luego no son el feminismo radical.
Así que interpretaré que solamente es un equívoco de post.
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