Se supone que como hoy es día de elecciones no se puede hablar de política. Pero como yo no soy asturiano, Don Mariano no es andaluz y Reikiavik está es Islandia yo voy a hablar a dedicar estas endemoniadas líneas dominicales a ese mal necesario y recurrente denominado política.
Nuestro ínclito Presidente del Gobierno, encendido como está él por la campaña de la que hoy no puedo hablar y por la Huelga General que se avecina, se ha descolgado diciendo que, como siempre nosotros, y los sindicatos, somos unos irresponsables: "Con cinco millones y medio de parados lo irresponsable hubiera sido no hacer nada, ¿qué querían que no hiciéramos nada?". Ha espetado el inefable gallego en su último mitin.
Y es entonces, cuando el bueno de Mariano confunde la inacción con no hacer lo que él, Merkel, los mercados y su gobierno quieren hacer, cuando de repente me encuentro como el falso rastafari rumbero ahora rapado en su primer disco y me siento como Melendi, sin noticias de Holanda.
Aunque por mor de la memoria de la actividad virtual de una buena amiga que aún no ha desistido del vicio de pensar, es más justo decir que me encuentro de pronto y de repente sin noticias de Islandia.
Porque es cierto que, más allá de algún que otro reportaje en plan panfleto sobre la salvación femenina de Islandia, no se ha vuelto a oír hablar de esta isla, mitad hielo, mitad vapor de agua y un poco de tierra, desde que saliera de su crisis.
Y eso es lo que le permite a nuestro querido Rajoy decir que solamente se puede hacer lo que él quiere hacer, lo que el sistema quiere que se haga.
Porque si nos acordamos de Islandia tenemos que recordar, mal que nos pese, que Islandia ya no está en crisis -o al menos está saliendo de ella- y no lo está no porque no hiciera nada, como afirma Rajoy a los que se oponen a su reforma laboral. Sino porque lo hizo todo y lo hizo hasta el final.
Porque abandonó el sistema. Lo único que puede hacerse con un sistema cuando en su agonía te arrastra a la muerte.
Y alguien dirá ¿ande eso puede hacerse? Y claro, entonces Rajoy, Sarkozy y todos los demás tendrían que decir: bueno sí, pero yo no quiero hacerlo. Pero Doña Ángela no quiere hacerlo, pero, pero, pero...
Porque Islandia nacionalizó sus bancos. Porque Islandia hizo un referéndum para que los ciudadanos decidieran si querían rascarse los bolsillos para pagar las deudas de sus entidades financieras y cuando estos dijeron que no pues no lo hicieron.
Porque pese a ser inútiles e incompetentes, los gobernantes islandeses tenían un poso de responsabilidad democrática del que carecen todos nuestros políticos, enganchados a la democracia representativa como una carta blanca para hacer su santa voluntad durante cuatro años sin que nadie les pueda pedir explicaciones.
Así que propusieron una ley que suponía la devolución de la deuda a Gran Bretaña y Holanda mediante el pago de 3.500 millones de euros. Y claro la pagarían todos los islandeses durante los próximos 15 años al 5,5% de interés.
Y por supuesto los islandeses dijeron que una mierda -en islandés, que suena mucho más temible, pero que una mierda-.
Y los inversores Holandeses se quedaron sin sus dividendos, y las corredurías londinenses de deuda soberana se quedaron sin sus intereses.
Y protestaron. Pero Islandia se encogió de hombros y dijo algo parecido a es lo que tiene el capitalismo liberal ese suyo que ha estado a punto de hundirnos en el Mar del Norte. Que cuando una empresa cae sus acreedores suelen no cobrar.
Y siguió a lo suyo, que por aquel entonces -ya hace más de dos años- era sacar a flote un país y procesar a todo un gobierno por incompetente y a su primer ministro por algo todavía peor. Algo que cansa mucho y exige mucha atención.
Así que si alguien le pregunta por Islandia a Rajoy en plenas elecciones andaluzas, a Sarkozy en plena campaña presidencial o a Merkel en plena crisis presidencial alemana resuelta por las bravas colocando a un predicador al frente de la representación del país, se verán obligados a decir: vale, pero, pero, pero...
Y no hay pero que valga.
Porque los Islandeses solventaron el problema de su creciente paro y de su destrucción económica sin tocar ni uno de los derechos adquiridos de sus trabajadores -que son bastante más que los nuestros-. No decidieron extender las jornadas y hacerlas nocturnas -a lo mejor porque eso les habría hecho trabajar de seguido seis meses al año- simplemente obligaron a sus empresas a reducir su margen de beneficios; no abarataron el despido, simplemente obligaron a los bancos a provisionar créditos y ayudas -claro que los bancos ya estaban nacionalizados- para facilitar la creación de nuevas empresas; no revirtieron a sus trabajadores a la servidumbre vikinga de tener que permitir que te reduzcan el sueldo, te amplíen el horario y te impongan trabajos que no tienes asumidos por contrato, simplemente obligaron a sus empresas a reducir su participación financiera para evitar los dividendos y a congelarlos mientras estos supusieran una merma en el potencial financiero de la compañía.
Vamos que se salieron por las bravas del sistema liberal capitalista financiero y la isla no se hundió en los océanos, sus geiseres no empezaron a manar fuegos sulfurosos y su población no se transformó en demonios bolcheviques comunistas con la hoz y el martillo apoyados en sus proletarios hombros.
Y por si fuera poco, cuando vieron que era esa actividad financiera especulativa la que les estaba matando no hicieron como nuestro "responsable gobierno" que cada marte y cada jueves se endeuda en cinco mil millones más con los bancos y las compañías de inversión y encima se enorgullece de haber sido capaz de ¡¡¡¡colocar!!!! unos cuantos de miles de millones más de deuda soberana en el parqué internacional a unos intereses astronómicos.
Simplemente cerraron la bolsa e impidieron que las empresas cotizaran en ella para evitar especulaciones -sí, eso también puede hacerse, no baja de los cielos liberales ningún ángel exterminador con su IPod ardiente para acabar con nosotros, la bolsa puede cerrarse y las cotizaciones suspenderse-.
Así que por eso seguimos sin noticias de Islandia. Porque están fuera del sistema y les va bien. Porque cuando hubo que hacer algo no buscaron como mantener vivo al muerto sino que le enterraron y plantaron algo nuevo sobre el abono que garantizaba su cadáver.
No nos hablan de ello salvo para románticos panfletos en los que parece ser que la progesterona es superior a la testosterona -supremacía hormonal, nuevo concepto-, para que no nos acordemos que la Interpol dictó una orden de detención contra todos sus banqueros que ahora se esconden en el continente americano.
No nos comentan nada para que no recordemos que su primer ministro va a ser juzgado y pese a su manifiesta incapacidad fue lo suficientemente demócrata como para consultar a su población y hacer lo que esta le dijo que hiciera pese a que sabía que era su fin.
No nos informan de Islandia para que no se nos venga a la mente que todo esto ocurrió porque la gente -que un año antes había votado a ese gobierno- se hartó de él y decidió todos los días echarle en cara su ineptitud y la de la banca que les sostenía -como en todos los países liberal capitalistas-.
No nos hablan de lo que sucede, sucedió y está sucediendo en Reikiavik porque entonces quizás nos demos cuenta de que estos fríos y rubicundos isleños han decidido que ya está bien de copiar, que ya vale de pretender hacer lo que hacen los demás. Que ya no cuela eso de que hay que conformarse como los alemanes, trabajar más como los alemanes, renunciar a salario como los alemanes -sin encontrarnos por supuesto en el nivel económico y laboral de los alemanes- y por eso han decidido redactar una constitución que no sea una copia de la Constitución Danesa como la que ahor tienen.
Y fíjate si nos damos cuenta de eso y además sabemos que esa nueva constitución no la redactan los padres de la transición para cubrir las vergüenzas políticas y las responsabilidades criminales de unos y de otros, sino que la redactan 25 personas sin filiación política anterior que han sido también elegidas por los islandeses.
En fin querida Juana -esa es mi amiga- Por eso estamos como Melendi sin noticias de Islandia. Porque ninguno de nuestros gobiernos, sea del signo que sea, quiere arriesgarse a que sepamos que hay vida más allá del capitalismo liberal que les mantiene en el poder y más acá del comunismo estatalista que fracasó en los albores del siglo XX.
Porque si lo sabemos ya no será o la reforma de Rajoy o no hacer nada. Será o la salida del sistema o la ciega y obcecada permanencia en él.
Y nadie es leal a un sistema que le está matando. A uno que les mantiene en el poder sí, pero a uno que las mata por reducción a la miseria, no.
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