Entre sus derrotas europeas convertidas en victorias por arte de magia de una asunción de más recortes cuando Europa le enmienda la plana, el Gobierno español nos está dejando con cuenta gotas muestras pinceladas de lo que es, de lo que está siendo y de lo que está dispuesto a ser.
Aparte del brochazo que nos regaló cuando sus integrantes afirmarón que harían una reforma laboral justa y luego se descolgaron con una ley que nos trasforma de golpe en una sociedad coloreada en el sepia triste e injusto de las novelas dickensianas, ahora y desde que subió al poder, el gobierno del ínclito Rajoy nos está esbozando, bosquejando y caricaturizando lo que él considera que es hacer justicia.
La justicia y su ceguera siempre han traído por la calle de la amargura a los gobiernos de este país y del occidente atlántico en generla. Todos ellos, reflejos de nosotros mismos, no digieren de forma adecuada el hecho de que se hayan sujetos a ella, de que no pueden impedirla, pararla o cambiarla cuando les viene bien, de que no pueden someterla a sus fines. En fin que nuestros gobiernos, como no lo somos nosotros en nuestras cosas más personales, más íntimas, más cotidianas, no son capaces de ser justos consigo mismos y con sus intereses.
El primer bosquejo sobbre la justicia que nos espera de este gobierno que se llena la boca de justicia nos lo dío la Fiscalía del Estado con el famoso caso de los trajes de Camps.
¿Se acuerdan ustedes de Francisco Camps, ese que fuera presidente de la Comunidad Valenciana y que aparte de dejar su comunidad autónoma en la ruína estaba y está involucrado hasta las trancas en el caso Gurtel junto con un buen puñado de sus adláteres de partido?
Probablemente no se acuerden de él porque repentinamente el caso Gurtel ha salido de todos los informativos, de todos los noticiarios de la televisión pública por arte de una magia que ya definiremos en otro post. Pues bien, en ese caso de los trajecitos de marras, el nuevo Fiscal General del Estado ordena a la Fiscalia anticorrupción no recurri a la libre absolución de Camps decretada en un juicio popular por jurado.
Es decir, ordena al fiscal que persigue la corrupción que no haga su trabajo, que no siga buscando justicia -y es legal que lo haga, es posible que lo haga y es necesario que lo haga, en este y en todos los casos de corrupción de unos y otros y de los de más allá-. Le ordena que se olvide de la justicia porque la justicia perjudica a un amigo. Empezamos mal.
Pero en realidad ese no fuie el comienzo. La primera pincelada del nuevo color de la justicia en España -o la nueva tonalidad, si se prefiere, porque tampoco es que estas cosas sean nada nuevo- se les escapo a los genoveses instalados en La Moncloa mucho antes, casi recien aterrizados, con las salvas y los vitores del triunfo electoral aún resonando en sus oídos. En el primer consejo de ministros.
Porque como Pilatos por las fiestas, como la Cofradía del Cristo del Perdón malagueño en Samana Santa decidieron tirar de indulto para celebrar su ascenso al Gobierno e hicieron efectivo su perdón en la persona de Alfredo Saénz.
A muchos no les dirá nada ese nombre. Pero el indultado es nada menos que vicepresidente y Consejero Delegado del Banco de Santander.
Y ¿por queése le indulta?, ¿es que el pobre se está muriendo de una enfermedad degenerativa y esta en el último estadio de su agonía?, ¿es que se teme que los presos se vayan a cebar en él cuando ingrese en el corredor del penal que le toque?.
Pues va a ser que no. Se le indulta para que pueda seguir al frente de la entidad financiera.
Porque si cumpliera el arresto mayor al que se le condenó por mentir descaradamente en el caso Banesto hace 17 años ya no podría seguir al frente del banco aunque no ingresara en prisión y claro no podemos permitir que alguien que ha firmado una cantidad ingente de créditos electorales a nuestro partido no siga al frente de una entidad financiera.
Se le indultó pese a que su delito llevo a la cárcel a dos personas que eran inocentes y que él sabía que eran inocentes. Y a esos nadie los indultó.
Y con él se indultó a Rafael Jiménez de Parga Cabrera y Miguel Ángel Calama Teixeira, de la condena por acusación falsa. Todsos ellos podres hombres que no hubierna podido seguir en sus cargos directivos si hubieran tenido que ir a la trena donde los jueces habían decidio que tenían que dar con sus rentables huesos.
Pero eso sí. El indulto fue parcial. No se le exoneró de la multa millonaria que tendrá que pagar. Eso no. No vaya a ser que no nos salgan las cuentas y necesitemos de ese dinero. Los fines recaudatorios ante todo.
Y con ello no solo enviamos el mensaje de que nuestros amigosestán a salvo de la justicia, de pagar pos sus delitos o de que se lleve a sus últimas consecuencias la investigación sobre sus imputaciones -lo que sería el caso de Camps- sino que además hemos hecho la justicia también dickensiana: si pagas te libras. No es que si tienes dinero puedes contratar un buen abogado, extender el proceso, buscar los recobecos y librarte -que ese es un vicio que acarrea la justicia de nuestro sistema gobierne quien gobierne- sino que si eres amigo y pagas yo te libro.
Y si hace falta te indulto. Continuamos por mal camino.
Pero bueno todo esto podría haber sido un brochazo perdido, un esbozo equivocado que luego hubiera sido borrado por una blanca e impuluta continuidad en el ejercicio y el presitigio de la justicia.
Pero no. Me temo que no. El Gobierno que habita ahora La Moncloa no dejó escapar una mancha en la pared. Parece que está dispuesto a llenarel muro de graffitis.
Porque así como quien no quiere la cosa tiran de nuevodel indulto para lo suyo, para barrer para casa, para desatorizar a la justicia y al sistema judicial que solamente considera el indulto como un arma ejcutiva de humanidad en casos extremos. No como una herramienta de pagar y devolver favore ni de interferir con decisiones con las que ningún poder ejecutivo debe interferir.
Porque el último de los indultos humanitarios e imprescindibles que ha firmado el ejecutivo de Rajoy ha sido -¿estan sentados?- para un político y un empresario condenados en 2009 a cuatro y dos años y medio de prisión por prevaricación.
Esa es la justicia que nos espera.
Mientras a nosotros se nos intenta vender como justa una reforma laboral en la que cargamos con el peso de una situación que no hemos generado mientras que las empresas que se han mantenido simplemente en la colección de beneficios no tienen que aportar nada al arreglo de esa situación; mientras nosotros cargamos en nuestros salrios y nuestros empleos con la responsabilidad de algo que han generado los riesgos bancarios, la mala gestion de los beneficios y la irresponsabilidad empresarial, este gobierno deja que los responsables de esa situación no paguen sus culpas penales y libra con su indulto a los prevaricadores, a los estafadores y a los corruptos de lo único que podía asustarles lo suficiente como para cambiar su forma de actual: la cárcel.
Pero eso sí tendrán que pagar una multa de 3.650 euros. Eso es lo que cuesta hundir la economía de este país con prevaricaciones, estafas, enganños y egoíusmos avariciosos. Es un buen precio.
Pero además no son un político y un empresario cualruiera. Son dos militantes de CiU. Y eso nos devuelve a los amigos, los sociocios, los aliados, como material sobre el que practicar el indulto, como golems sobre los que esculpir el uso y el abuso de la clemencia judicial ejetutiva.
Porque CiU apoya mi política, porque la necesito para ciertas cosas y en ciertos asuntos pese a mi mayoría absoluta y por eso y solamente por eso Josep Maria Servitje, ex secretario general del Departamento de Trabajo de la Generalitat, y Víctor Manuel Lorenzo Acuña, militante del mismo partido y empresario corrupto que se inventó informes para venderlos seguirán en la calle, seguirán pudiendo dedicarse a hundir nuestra economía pese a que el juez y el fiscal del caso se hayan mostrado en contra del indulto. Aunque ellos no lo merezcan y nosotros no merezcamos que se lo den.
Y, al parecer esa es la justicia que nos espera.
Y si alghuien espera responder a esto con el sempiterno "los otros hicieron tal o cual", "los otros indultaron a dos Mossos d'Esquadra condenados por apalear a un ciudadano". No se trata de lo que hicieron los otros que ya demostraron no hacer las cosas bien. Se trata de lo que hace un gobierno que precismente cargó contra eso cuando quería acceder al lugar y al palacio en el que ahora se encuentra.
Ayer el ministro Montoro afirmó que "no habrá una subida de impuestos que no sea justa". Ahora ya sabemos lo que justa significa para este Gobierno. Esperemos que no vaya acompañada la carga contributiva sobre las espaldas de los de siempre con un indulto preventivo a Rúiz Mateos que ahora está siendo juzgado por estafa.
El primer bosquejo sobbre la justicia que nos espera de este gobierno que se llena la boca de justicia nos lo dío la Fiscalía del Estado con el famoso caso de los trajes de Camps.
¿Se acuerdan ustedes de Francisco Camps, ese que fuera presidente de la Comunidad Valenciana y que aparte de dejar su comunidad autónoma en la ruína estaba y está involucrado hasta las trancas en el caso Gurtel junto con un buen puñado de sus adláteres de partido?
Probablemente no se acuerden de él porque repentinamente el caso Gurtel ha salido de todos los informativos, de todos los noticiarios de la televisión pública por arte de una magia que ya definiremos en otro post. Pues bien, en ese caso de los trajecitos de marras, el nuevo Fiscal General del Estado ordena a la Fiscalia anticorrupción no recurri a la libre absolución de Camps decretada en un juicio popular por jurado.
Es decir, ordena al fiscal que persigue la corrupción que no haga su trabajo, que no siga buscando justicia -y es legal que lo haga, es posible que lo haga y es necesario que lo haga, en este y en todos los casos de corrupción de unos y otros y de los de más allá-. Le ordena que se olvide de la justicia porque la justicia perjudica a un amigo. Empezamos mal.
Pero en realidad ese no fuie el comienzo. La primera pincelada del nuevo color de la justicia en España -o la nueva tonalidad, si se prefiere, porque tampoco es que estas cosas sean nada nuevo- se les escapo a los genoveses instalados en La Moncloa mucho antes, casi recien aterrizados, con las salvas y los vitores del triunfo electoral aún resonando en sus oídos. En el primer consejo de ministros.
Porque como Pilatos por las fiestas, como la Cofradía del Cristo del Perdón malagueño en Samana Santa decidieron tirar de indulto para celebrar su ascenso al Gobierno e hicieron efectivo su perdón en la persona de Alfredo Saénz.
A muchos no les dirá nada ese nombre. Pero el indultado es nada menos que vicepresidente y Consejero Delegado del Banco de Santander.
Y ¿por queése le indulta?, ¿es que el pobre se está muriendo de una enfermedad degenerativa y esta en el último estadio de su agonía?, ¿es que se teme que los presos se vayan a cebar en él cuando ingrese en el corredor del penal que le toque?.
Pues va a ser que no. Se le indulta para que pueda seguir al frente de la entidad financiera.
Porque si cumpliera el arresto mayor al que se le condenó por mentir descaradamente en el caso Banesto hace 17 años ya no podría seguir al frente del banco aunque no ingresara en prisión y claro no podemos permitir que alguien que ha firmado una cantidad ingente de créditos electorales a nuestro partido no siga al frente de una entidad financiera.
Se le indultó pese a que su delito llevo a la cárcel a dos personas que eran inocentes y que él sabía que eran inocentes. Y a esos nadie los indultó.
Y con él se indultó a Rafael Jiménez de Parga Cabrera y Miguel Ángel Calama Teixeira, de la condena por acusación falsa. Todsos ellos podres hombres que no hubierna podido seguir en sus cargos directivos si hubieran tenido que ir a la trena donde los jueces habían decidio que tenían que dar con sus rentables huesos.
Pero eso sí. El indulto fue parcial. No se le exoneró de la multa millonaria que tendrá que pagar. Eso no. No vaya a ser que no nos salgan las cuentas y necesitemos de ese dinero. Los fines recaudatorios ante todo.
Y con ello no solo enviamos el mensaje de que nuestros amigosestán a salvo de la justicia, de pagar pos sus delitos o de que se lleve a sus últimas consecuencias la investigación sobre sus imputaciones -lo que sería el caso de Camps- sino que además hemos hecho la justicia también dickensiana: si pagas te libras. No es que si tienes dinero puedes contratar un buen abogado, extender el proceso, buscar los recobecos y librarte -que ese es un vicio que acarrea la justicia de nuestro sistema gobierne quien gobierne- sino que si eres amigo y pagas yo te libro.
Y si hace falta te indulto. Continuamos por mal camino.
Pero bueno todo esto podría haber sido un brochazo perdido, un esbozo equivocado que luego hubiera sido borrado por una blanca e impuluta continuidad en el ejercicio y el presitigio de la justicia.
Pero no. Me temo que no. El Gobierno que habita ahora La Moncloa no dejó escapar una mancha en la pared. Parece que está dispuesto a llenarel muro de graffitis.
Porque así como quien no quiere la cosa tiran de nuevodel indulto para lo suyo, para barrer para casa, para desatorizar a la justicia y al sistema judicial que solamente considera el indulto como un arma ejcutiva de humanidad en casos extremos. No como una herramienta de pagar y devolver favore ni de interferir con decisiones con las que ningún poder ejecutivo debe interferir.
Porque el último de los indultos humanitarios e imprescindibles que ha firmado el ejecutivo de Rajoy ha sido -¿estan sentados?- para un político y un empresario condenados en 2009 a cuatro y dos años y medio de prisión por prevaricación.
Esa es la justicia que nos espera.
Mientras a nosotros se nos intenta vender como justa una reforma laboral en la que cargamos con el peso de una situación que no hemos generado mientras que las empresas que se han mantenido simplemente en la colección de beneficios no tienen que aportar nada al arreglo de esa situación; mientras nosotros cargamos en nuestros salrios y nuestros empleos con la responsabilidad de algo que han generado los riesgos bancarios, la mala gestion de los beneficios y la irresponsabilidad empresarial, este gobierno deja que los responsables de esa situación no paguen sus culpas penales y libra con su indulto a los prevaricadores, a los estafadores y a los corruptos de lo único que podía asustarles lo suficiente como para cambiar su forma de actual: la cárcel.
Pero eso sí tendrán que pagar una multa de 3.650 euros. Eso es lo que cuesta hundir la economía de este país con prevaricaciones, estafas, enganños y egoíusmos avariciosos. Es un buen precio.
Pero además no son un político y un empresario cualruiera. Son dos militantes de CiU. Y eso nos devuelve a los amigos, los sociocios, los aliados, como material sobre el que practicar el indulto, como golems sobre los que esculpir el uso y el abuso de la clemencia judicial ejetutiva.
Porque CiU apoya mi política, porque la necesito para ciertas cosas y en ciertos asuntos pese a mi mayoría absoluta y por eso y solamente por eso Josep Maria Servitje, ex secretario general del Departamento de Trabajo de la Generalitat, y Víctor Manuel Lorenzo Acuña, militante del mismo partido y empresario corrupto que se inventó informes para venderlos seguirán en la calle, seguirán pudiendo dedicarse a hundir nuestra economía pese a que el juez y el fiscal del caso se hayan mostrado en contra del indulto. Aunque ellos no lo merezcan y nosotros no merezcamos que se lo den.
Y, al parecer esa es la justicia que nos espera.
Y si alghuien espera responder a esto con el sempiterno "los otros hicieron tal o cual", "los otros indultaron a dos Mossos d'Esquadra condenados por apalear a un ciudadano". No se trata de lo que hicieron los otros que ya demostraron no hacer las cosas bien. Se trata de lo que hace un gobierno que precismente cargó contra eso cuando quería acceder al lugar y al palacio en el que ahora se encuentra.
Ayer el ministro Montoro afirmó que "no habrá una subida de impuestos que no sea justa". Ahora ya sabemos lo que justa significa para este Gobierno. Esperemos que no vaya acompañada la carga contributiva sobre las espaldas de los de siempre con un indulto preventivo a Rúiz Mateos que ahora está siendo juzgado por estafa.
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