jueves, marzo 22, 2012

Los niños de Toulouse y el escudo de la diáspora

Me encontraba yo dispuesto a hablar sobre Mali y su golpe de estado que no sabemos cómo tratar porque no sabemos cómo tratar a África en general, a Mali en particular, a su gobierno en genérico y a sus tuaregs en concreto.
Pero me he encontrado con algo que va a hacer a África esperar, No creo que el importe. Todos los países de ese continente están acostumbrados a esperar por su futuro. No creo que les afecte esperar por un post mío.
Y lo que me he encontrado ha sido esto.
"Así pues, Francia es un país en el que, en 2012, y en su tercera metrópolis, se puede disparar contra una escuela judía y matar a varios niños a quemarropa. La investigación esclarecerá, o eso cabe esperar, las circunstancias de esta tragedia, la identidad del asesino, sus posibles móviles. Pero, sean cuales sean esos móviles, se descubra lo que se descubra sobre el desarrollo del tiroteo ocurrido ante las puertas y, si lo he entendido bien, después, en el interior del colegio Ozar Hatorah, se establezcan los vínculos que se establezcan con los misteriosos asesinatos de militares de la semana pasada en Toulouse y Montauban, el hecho sigue siendo y es monstruoso, que unos niños franceses, judíos y franceses o, si se prefiere, soberanamente franceses, pero culpables de haber nacido judíos, han sido abatidos fríamente, a plena luz del día, en el territorio de la República".
Son palabras escritas por Henry Bernard -Levy. Un escritor francés que tiene razón en muchas cosas pero que, superada la posible traición del traductor -es una boutade, por supuesto- en esto comete el mismo error que otros muchos. El mismo error que todos los que se enfrentan al horror, a su horror.
Olvidar el de los demás.
Francia es un país en el que su gobierno ha permitido y auspiciado cargas policiales contra gente que rezaba en la calle porque les habían quitados sus mezquitas. Francia es un país en el que su gobierno ha criminalizado el uso de un símbolo cultural que cubría la cabeza mientras, por ejemplo, permite a los hombres judíos, llevarla cubierta sin poner un mínimo problema. Francia es un país cuyo presidente ha intentado sacar adelante toda suerte de leyes xenófobas que castigaban más al delincuente extranjero que al nacional, es un país en el que las huestes de Le Penn han cosido a golpes a jóvenes en los puertos de Marsella por el mero hecho de ser magrebíes.
Eso ha ocurrido antes de todo esto. Antes de que en Toulouse un loco autonombrado yihadista disparase a quemarropa a las puertas de un colegio y matara a tres niños judíos.
Pero Levi tira de lo que tira siempre la diáspora en estos casos: de antisemitismo. Achaca todo al antisemitismo.
No parece importarle que el pistolero hubiera matado antes a dos militares musulmanes -sí, musulmanes- y que eso anule o haga completamente ilógico el motivo del antisemitismo como móvil de los crímenes. Le da igual lo que haya dicho o haya gritado en su locura el asesino y cuales sean sus motivaciones.
De hecho lo dice abiertamente. No le importan "sus móviles". Es antisemitismo.
De nuevo la diáspora comete el error de identificar Israel con los judíos, de nuevo no comprende que un estado que realiza muchas acciones criticadas, reprendidas y repudiadas por esa misma República Francesa de la que ahora tira para justificar su nacionalidad está poniéndoles continuamente en riesgo porque sus tanques, sus bombas de fragmentación, sus granadas de fósforo y sus armas automáticas no llegan a todos los rincones del mundo para proteger a aquellos que no viven tras el muro pero siguen siendo judíos.
No quiere darse cuenta que hay una diferencia nada matizable, nada desdeñable entre el antisionismo y el antisemitismo. Entre odiar a Israel y odiar a los judíos. Aunque ninguno de los odios es defendible.
No quisiera yo pensar que lo que le parezca monstruoso al autor de esas líneas es que hayan muerto niños porque son franceses y son judíos. O sea porque son doblemente de los suyos. Y solamente por eso.
Porque no le leí ni escuchar calificar eso de monstruoso cuando las bombas de Israel y sus militaristas visionarios de Sion se llevaron por delante a los primogénitos de Qana. Cincuenta niños muertos para acabar con Hezbollah allá en el lejano 2006.
¿No es monstruoso ver que niños mueran en sus cunas en Qana y sí lo es verles morir a la puerta de su colegio en Toulouse?, ¿no lo es porque unos no me afectan y los otros son de los míos?
Porque si es igual de monstruoso, el señor Leví y toda la comunidad judía de Francia y de la diáspora en general tendrían que haberlo dicho con la misma fuerza y amargura con la que ahora se quejan. Pero no lo hicieron.
La diáspora permanece defendiendo el sionismo militarista -que no es otra cosa que una ideología política nacionalista y en muchos aspectos totalitaria- allá donde le preguntan. Siguen pensando que ser judío obliga a defender las acciones del gobierno de Israel a capa y espada. Y eso no les convierte en judíos. Les transforma solamente en sionistas.
La vinculación del tiroteo del loco de Toulouse con los asesinatos de militares de origen árabe o magrebí que habían participado en la guerra de Afganistán deja claro que esos niños han sido puestos en la línea de fuego de un loco yihadista no por el antisemitismo del individuo que les odia por el hecho de ser judíos, sino que quiere vengarse en sus carnes de los actos cometidos por Israel y que esas instituciones defienden a capa y espada.
Ser franceses o hebreos no tiene nada que ver con esto. El pistolero ha disparado pero es la política totalitaria y antisemita de Israel la que les ha colocado en el punto de mira.
Si antisemita. Porque los líderes israelíes se permiten el lujo de catalogar a los árabes como una raza inferior, se permiten el lujo de permitir armarse y prosperar a líderes de colonos que escriben cosas como que los árabes solamente sirven como camareros y sirvientes y que ningún árabe debe atreverse a mirar a la cara a un hebreo.
Antisemita porque permite y potencia que esos individuos vivan en territorios que no les pertenecen según el derecho internacional y les deja pasearse en la noche por las ciudades palestina escribiendo pintadas insultantes, quemando mezquitas y pegando palizas a gente, a adolescentes, a niños que solo han cometido el pecado de nacer árabes y palestinos.
Y eso es puro racismo y antisemitismo. Porque, mal que les pese, apliquen la teoría antropológica que apliquen, los árabes son tan semitas como ellos.
Y el bueno de Henry Bernard-Levy no dice nada al respecto y cuando lo dice lo califica de "error", no de monstruosidad, lo justifica de lejos y no lo condena de cerca.
Y la diáspora lleva haciendo eso desde el mismo día en el que tras la fundación del estado de Israel, después de Irgun limpiara la tierra prometida del antiguo reino para los judíos -son sus palabras no las mías-  desde el ataque a Deir Yassin en la que se calcula que las fuerzas de Irgún y Lehi asesinaron a 250 árabes, desde la  conquista de ciudades mixtas tales como Tiberíades, Haifa, Safed, Beit She'an, Jaffa y Acre, pasando por Sabra y Shatila, hasta llegar a Qana.
Así que aparte de la religión y de la raza hay otras muchas motivaciones que han de tenerse en cuenta porque no son la religión ni la raza los motivos del odio de ese loco furioso que cree en contra de toda lógica que solucionará algo matando niños. Como lo creen los locos furiosos que enterraron a cincuenta niños en Qana.
Si Bernard Levi y los judíos de la diáspora no son sionistas solamente tienen que decirlo alto y claro y puede hacerse. Muchos ya lo han hecho.
Pero sin son sionistas y les atacan por eso no se parapeten bajo la manta del antisemitismo para no tener que revisar sus posiciones políticas y poder seguir defendiendo lo indefendible como que la muerte de tres niños judíos es monstruosa y la de cincuenta recién nacidos palestinos es un "error imperdonable".
Los locos de la Yihad no les odian por ser judíos. Les odian por ser sionista. Yihadismo y Sionismo son las dos caras de la misma moneda. Solamente cambia el dios y los profetas.
Y si aún no lo tienen claro, si aún no comprenden que su raza y su religión no son los motivos sino la defensa de una doctrina política totalitaria que se enfrenta a otra doctrina política totalitaria y en cuyo choque todos actúan de la única forma en la que saben actuar los que defienden el totalitarismo: con la guerra y la sangre, que se pregunten por qué los niños son enterrados en Israel y no en Francia. Serían franceses en cualquier parte, serían judíos en cualquier lugar, pero solamente serán víctimas amadas del sionismo si yacen en Israel.
Es decisión de la diáspora sino quiere seguir siendo utilizada como carne de cañón por los halcones sionistas o si quiere decidir de una vez separar, su raza de la política de un estado en concreto, su creencia de una ideología concreta, su dios de su política.
Y si no quieren renunciar a una teoría política que se basa en la agresión preventiva y la imposición militar, luego no pretendan defender que aquellos que  se encuentran en el mismo estado bárbaro que esa teoría les matan por ser judíos.
Cincuenta tres niños han muerto como poco por esa incapacidad ¿no es ya suficiente, señor Bernard Levy?
Y le doy la razón en su conclusión. No hay mayor mal para el mundo que el racismo y el antisemitismo.
Incluidos los del Estado de Israel.

2 comentarios:

Tu economista de cabecera dijo...

Parece ser que hubo cambio de cifras en lo de Qana con el recuento final tiempo después de tu anterior artículo, aunque las fuentes siempre son valorables...

En Wiki dicen : "Initial media reports stated that more than 50 people, including 37 children, had died,[9][10] though later reports revised this to a lower figure of 28, including 16 children, with 13 people reported missing.[11][12] Residents dug through the rubble with their hands, searching for survivors as bodies were removed. Video broadcast by Arab TV showed the bloodied bodies of women and children who appeared to be wearing nightclothes.[8][9]"

http://en.wikipedia.org/wiki/Qana_airstrike

devilwritter dijo...

Siempre ocurre. Es otro de los vicios: el baile de cifras. Pero fueran, niños, mujeres o ancianos -o hombres adultos desarmados, que también son inocentes, que carajo- el recuento final, según observadores de Naciones Unidas, ascendió a 62 víctimas según publicó Reuters.
Contabilizados los que murieron en los hospitales durante los días posteriores que nunca figuran en las noticias. De los 13 desapercidos -que al final fueron 17, se dio por muertos oficialmente a 16 en 2007.
Pero, en realidad, la monstruosidad es la misma. EL número, en cuento sobrepase 0 es monstruoso. Gracias por las cifras.

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